El arte de conservarte
Bello arte,
cuando no me dejas
besarte.
El arte
de aprender
a amarte,
o de cómo evitar odiarme,
y aprender a escribir
sin delatarte.
Hay noches
que sólo pienso en secuestrarte,
llevarte conmigo,
lejos,
donde nadie pueda encontrarte.
El arte de empezar a quererte
antes de siquiera
conocerte.
O el hecho de
equivocarme;
tan imprudente,
tan loco,
como para de ti
enamorarme.
Con todas mis fuerzas
traté de no idolatrarte;
fracasé,
igual que tratando
de no desearte.
Imposible,
de mi alejarte.
Ya no puedo dejar
de imaginarte.
Tu voz,
tu piel,
tu aroma,
tus ojos:
Los culpables.
Culpables,
sin duda alguna,
de que no pueda
olvidarte.
Como al arte,
nadie podrá dominarte,
del todo comprenderte
o representarte;
y en vano,
intentan
conquistarte.
Vendrán a ofrecerte
lo que nadie puede darte,
lo que yo tantas veces
quise regalarte.
Espero que nunca llegue el día
en que decidas conformarte;
aunque es cierto,
es muy difícil
contentarte.
Un apetito voraz de la vida,
de ti misma;
insaciable.
Un abanico de caprichos
siempre cambiantes
con los que abres
heridas lacerantes.
Y esos ojos…
tu mirada
penetrante,
y tus dulces labios…
propietarios
de una seducción constante.
Tus caricias,
tus susurros…
el mejor sedante.
Nadie más que tú,
nadie
igual de estimulante.
Una esencia
radiante,
siempre
desbordante.
Luz y oscuridad,
una belleza sin igual…
Me recuerdas
al arte
de Dante.
Pasada esta última noche
junto a ti,
no habrá nada
que pueda dañarme.
Este instante
será el último
del que valga la pena acordarme.
Que no te quepa duda,
cariño,
mi vida,
mi amante…
Si algún día
estás lista,
házmelo saber.
Vendré a buscarte.
cuando no me dejas
besarte.
El arte
de aprender
a amarte,
o de cómo evitar odiarme,
y aprender a escribir
sin delatarte.
Hay noches
que sólo pienso en secuestrarte,
llevarte conmigo,
lejos,
donde nadie pueda encontrarte.
El arte de empezar a quererte
antes de siquiera
conocerte.
O el hecho de
equivocarme;
tan imprudente,
tan loco,
como para de ti
enamorarme.
Con todas mis fuerzas
traté de no idolatrarte;
fracasé,
igual que tratando
de no desearte.
Imposible,
de mi alejarte.
Ya no puedo dejar
de imaginarte.
Tu voz,
tu piel,
tu aroma,
tus ojos:
Los culpables.
Culpables,
sin duda alguna,
de que no pueda
olvidarte.
Como al arte,
nadie podrá dominarte,
del todo comprenderte
o representarte;
y en vano,
intentan
conquistarte.
Vendrán a ofrecerte
lo que nadie puede darte,
lo que yo tantas veces
quise regalarte.
Espero que nunca llegue el día
en que decidas conformarte;
aunque es cierto,
es muy difícil
contentarte.
Un apetito voraz de la vida,
de ti misma;
insaciable.
Un abanico de caprichos
siempre cambiantes
con los que abres
heridas lacerantes.
Y esos ojos…
tu mirada
penetrante,
y tus dulces labios…
propietarios
de una seducción constante.
Tus caricias,
tus susurros…
el mejor sedante.
Nadie más que tú,
nadie
igual de estimulante.
Una esencia
radiante,
siempre
desbordante.
Luz y oscuridad,
una belleza sin igual…
Me recuerdas
al arte
de Dante.
Pasada esta última noche
junto a ti,
no habrá nada
que pueda dañarme.
Este instante
será el último
del que valga la pena acordarme.
Que no te quepa duda,
cariño,
mi vida,
mi amante…
Si algún día
estás lista,
házmelo saber.
Vendré a buscarte.
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