Morning star.
Destellos a la luz del
alba
Anuncian tu llegada.
Caíste de los cielos en
un acto de rebelión,
Libre del yugo, tu vida
fue marcada,
Buscaste tu propio lugar,
tu propio reino,
Mecido por las sombras a
la oscuridad de las llamas.
Tu estrella nunca se
apaga,
Necesito de tu savia, de
tu inspiración.
Los lamentos de tu raza
son mi invocación,
El presidio de este mundo
no me deja opción,
Solo un llanto de odio,
Una melodía de rencor.
Alejado de mí mismo,
Desterrado del paraíso,
Manchadas mis manos con
el tinte de un fervor equivocado,
¿Qué
es arriba?
¿Qué
es abajo?
La perspectiva de un Dios
arrogante,
La diatriba de un diablo
blanco,
Un velo negro negado en
vano,
Y ella, que al primer despertar de la mañana,
Luce, brilla, te nombra y
te grita,
Pues en mí ya no queda
nada…
Te vas,
Me dejas,
Cuando siempre supiste como amar.
Si tú te vas,
Si tú me dejas…
¿Quién
levantará la espada hacia el cielo?
¿Quién
vestirá de fuego el océano?
¿Quién
me enseñará a odiar lo que no quiero?
¿Quién,
a luchar por lo que vendrá?
Desde tu estrella, cada
mañana,
Al primer llorar de luz
del alba,
No me dejes de guiar.
Si no nos quieren dentro,
Saldremos, para volver a entrar.
Toda conquista, cada una de tus aristas,
Es por propia voluntad, es por un dolor
Que nunca cesará.
Que nunca cesará.
A. Rheinn
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