Ebrio y evaporado (Parte I)


(I)

¿Por qué fuman los escritores?
¿Por qué beben los que se dedican a escribir?

La mayoría de escritores fumamos.
La mayoría de escritores bebemos.

No todos los que beben y fuman escriben. 
Aunque les hayan enseñado a hacerlo.

Entonces, ¿por qué?
Digámoslo:

El símbolo de nuestra relación con la vida, de nuestro divorcio con la realidad.

Un recuerdo de la muerte próxima.

El daño colateral de un amor extraño,
de nuestro matrimonio con el arte y la literatura.

Un pacto inquebrantable.
Desesperación por recobrar la cordura.

Paradójico,
tratar de sanar con un billete al vicio,
a la locura.

Una conclusión,
un ensamblaje perfecto,
un producto natural.

Pócima secreta,
poderosa,
la bebida espirituosa de nuestra creatividad.

La nicotina,
dando paso y vida a un proceso;
sináptico,
neuronal.

No lo sé,
tal vez deje de beber,
puede que deje de fumar;
también dije que no te volvería a ver.

El juego de nunca acabar.

De no saber si me miento o digo la verdad.

Recuerdos de un amor en esa duda capital.

Uno ya no sabe si siente,
si miente,
se autoengaña,
o sólo es falta de voluntad.

Insensibilidad.

A la vida.

A la realidad.

Escribir,
beber,
fumar.

Una troika que define nuestra identidad.

Un tópico del que pocos podemos renegar.

Admitidlo, 
va.


Rheinn
"Ebrio y evaporado I"
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